Room 522

En temporada de despedidas, otra vez; se nos antoja un viaje de los nuestros, celebrar la vida y mirar este país con filtros de colores, de todos los colores, se te ocurre ser Dios y yo te creo.
Que nadie hable de despedidas, comeremos sushi con vista al Buda, ese tan lacrimógeno, tan ignorado como la protesta misma; que nadie hable de política, y menos entrando a Caracas un domingo sin cola. Promesa de trasnocho en tres dígitos, boquita bien pintada y esa lágrima siempre a punto, que nadie hable de nada, deja que Prakriti entre cigarros y dialectos nos confunda, con tan poquita luz y tanta Frida, con tantos Diegos revisitados; ella que es cómplice de prototipos con historia, de esas muchas que escapan de tus labios rebeldes cuando contrapuentamos en exquisita tertulia, la habitación 522.